jueves, 20 de octubre de 2011

Un Jueves. Un Jueves cualquiera. Un Jueves aburrido, un Jueves estresante. 
Otro día más estoy aquí en mi habitación, sentada en mi gran sillón, frente a la pantalla del ordenador; con mi cuaderno y un bolígrafo azúl. 
No se me viene ninguna inspiración. Estoy escribiendo sin más. 
Todo lo que me viene a la cabeza lo escribo aquí. 
...
Espera, un segundo, creo que me viene algo... nada, una absurda frase. Y como siempre, esa frase va por él. Pues no, hoy no. Hoy me he propuesto escribir sobre algo que no sea él. 
A ver, empecemos... los celos, eso es. Hablemos de los celos. 
Es una palabra que a algunos les resultará familiar, pero a otros no; unos la odiarán, otros no. 
Eso sí, todos hemos escuchado esa palabra. 
Pues, a ver, ¿qué son los celos?
No hay un significado exacto que defina esa palabra. Cada persona lo ve de una manera. 
Hay para quien los celos son la manera de demostrar a su pareja que le quiere, y solo para ella. 
Hay para quién los celos son un asco, porque se siente inseguro todo el tiempo... ¡Sí!, ¡Eso es. Justo esa palabra! ¡INSEGURIDAD! ¡FALTA DE CONFIANZA! 
Es la palabra que más se acerca a la definición exacta. La confianza es la base en una pareja. 
Me atrevería a decir que todos hemos sentido esa inseguridad en algún momento de nuestra vida, y nos planteamos si esa persona tan importante no quiere, nos preguntamos porque se lleva tan bien con una, o con otra; por que no nos dice <te quiero> casi nunca...


Yo sinceramente, soy de las que piensa que <quien celos no siente, enamorado no está>, si tienes celos es porque realmente quieres a esa persona, y te preocupa el echo de perderle. Claro está, que esos celos hay que tragárselos la mayoría de las veces. Y confiar un poco más. 

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