martes, 26 de abril de 2011

El fin no siempre justifica los medios.

A todos nos utilizan en un momento u otro de nuestra vida. Es más, a menudo lo aceptamos con gusto. 
Es un trato que se hace para conseguir lo que se quiere o lo que se necesita: un trayecto en coche hasta el instituto, una entrada para el partido, una cita con un tío bueno, una invitación a una fiesta. En definitiva, una transacción justa y consensuada... la más de las veces. Pero sentirse utilizado es otra cosa. 
En ese caso, no eres más que un instrumento de la ambición del otro. 
Espectador entre el público y testigo mudo de su fantasía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario